Y
esta sección recoge las historias de veinticinco mujeres que han marcado la vida
deportiva en España y que se han convertido en hitos en veinticuatro deportes
diferentes.
Veinticinco historias que nos hablan de referentes femeninos y que nos ayudan a salir de
ese cajón que separa los sueños de chicos y chicas en compartimentos estancos.
Barreras que sirven tan solo para cortar alas y hacerte sentir diferente cuando
no encajas en ninguno de ellos.
En
este apartado del blog conoceremos veinticinco historias de niñas que llegaron a
convertirse en verdaderas heroínas a través del deporte y de veinticinco
mujeres que atravesaron grandes barreras para convertirse en leyendas. El
deporte es uno de los ámbitos donde las mujeres se han sentido excluidas o muy poco
reconocidas. Conocer su historia es parte del cambio y de educar a sociedades
diferentes e igualitarias.
Estas
veinticinco vivencias son para que niños y niñas sepan que nada está
predeterminado, y que basta solo una persona para desmontar estereotipos. Que
ha habido muchas mujeres que han traspasado barreras y desbaratado los prejuicios.
Mañana
tú puedes ser una de ellas, o no; bastará con saber que, si quieres, puedes.
Aquí empieza parte de la historia, que también es la tuya. La de niños y niñas
valientes, diferentes, diversos y diversas. La de hoy es Alejandra y mañana será
Víctor, su amigo, al que sus compañeros le miran raro cuando dice que quiere
bailar ballet o intenta hacer sus pinitos en la natación sincronizada. Y no te
olvides que tú también
puedes
elegir y tener tu propia historia.
Entre
todos lograremos crear una sociedad diferente donde nadie se sienta encajonado,
donde sea la persona, desde su infancia, la que decida ser lo que desee ser. Se
trata de construir un mundo en el que todos y todas tengamos las mismas
oportunidades.
LA HISTORIA DE ÁLEX
La chispa de este proyecto
Alejandra cumple 10 años este otoño.
Desde muy pequeña le ha gustado jugar al fútbol, correr, practicar kárate...
Gran parte de las personas que la conocen se extrañan de que no juegue con
muñecas o que prefiera el disfraz de espía al de princesa.
Cuando tenía 4 años me dijo con cara de tristeza:
“Mamá, creo
que nunca seré capaz de jugar al fútbol como los chicos de mi clase”. Ese mensaje venía en parte de la
escuela, del parque, de los amigos, amigas y, en definitiva, de mucha de la gen
te que la rodeaba.
Para ella las chicas solo jugaban al fútbol
en su imaginación; nunca había visto un partido femenino por la tele, ni había
conocido a una futbolista profesional.
En ese momento vi que algo estaba
fallando. Me senté a su lado y le dije: “Alejandra, estás equivocada. Tú llegarás a ser lo que quieras
ser si crees en ello. Tu inquietud y tus ganas te ayudarán a sortear los
obstáculos y frenos que vayas encontrando en el camino.” Ella sonrió, con esa media sonrisa que
tienen los niños y las niñas cuando todavía siguen teniendo un mar de dudas en
su interior. Ese día entendí que Alejandra necesitaba conocer ejemplos de
mujeres reales de carne y hueso, mujeres que habían marcado historia en el
deporte y que estaban más cerca de lo que ella podía imaginar. Decidí contarle
2 historias cada mes, para que a lo largo del año llegase a conocer a 24
deportistas profesionales que, en diferentes
ciudades de su mismo país, eran tan
cercanas a ella geográficamente como lejanas de su conocimiento.
Mujeres que habían librado todo tipo de
batallas y superado todo tipo de retos deportivos y personales.
ELIA MARÍA GONZÁLEZ-ÁLVAREZ Y
LÓPEZ-CHICHERI (LILÍ ÁLVAREZ)
“La vida es como un
partido de tenis en el que no vale la pena quedarse en el
fondo de la pista”
Nombre completo.-Elia María
González-Álvarez y López Chicheri, pero todos me llaman Lilí Álvarez.
-¿Es su nombre de soltera o de casada?
A Lilí le hizo gracia esta pregunta, pero
la cara del funcionario no demostraba ningún sentido del humor.
-Es el único nombre que tengo, señor.
-¿Dónde ha residido los últimos años?
-En Italia, Suiza y Francia.
-¿Cuál es su profesión?
-Soy esquiadora, alpinista, piloto de automovilismo,
tenista, bailarina de tango, jinete, patinadora, diseñadora de ropa deportiva,
corresponsal de guerra, escritora, feminista...
Esto fue ya demasiado para el hombre que intentaba
tomar los datos de esa extraña mujer que había llegado a su mostrador para
cumplimentar los requisitos necesarios para instalarse a vivir en España. La
interrumpió con un gesto enfadado.
-Lo siento señorita, no sé qué pretende, pero
estoy seguro de que me está dando usted datos falsos; es imposible que alguien
haga tantas cosas, y aún menos una mujer.
Lilí había nacido en Roma, a principios
del siglo XX. Pertenecía a una familia española aristócrata y adinerada y pasó
los primeros años de su infancia en Suiza. Allí el papel de la mujer en la
sociedad era mucho más avanzado, así que fue educada con una mentalidad abierta
y liberal.
Conseguía destacar en cualquier deporte que
decidía practicar. Ninguno se le resistía y en todos alcanzaba el máximo nivel.
Empezó como patinadora, pero una lesión hizo que se centrara en el tenis y con
solo diecinueve años fue la primera mujer española en participar en unas
olimpiadas.
De aquella época venía su apelativo “la señorita”,
por su imagen muy femenina, por su juego fino y elegante y por su carácter y
entrega.
Todos le decían que había nacido antes de
tiempo, pero ella no estaba de acuerdo. Decía que alguien tenía que ser la
primera y que ella se encontraba en el momento justo para hacer muchas cosas
que, hasta entonces, ninguna otra mujer había hecho. Abrió muchas puertas y eso
le proporcionó la satisfacción de iniciar un camino que otras mujeres transitarían
después de ella. Compaginó siempre sus éxitos deportivos con el compromiso de
lucha por mejorar la situación sociocultural y deportiva de las mujeres de su época.
Para ello defendió constantemente la igualdad en tre el hombre y la mujer.
Había decidido volver a España. Sabía que
tendría que luchar a contracorriente para que la tuvieran en consideración,
pero no estaba dispuesta a rendirse. Volvía convencida de que tenía que
aprovechar todo lo que había aprendido para, entre otras cosas, formar
profesoras de educación física; creía en la idea de que, la formación de la
mujer desde la perspectiva intelectual y cultural, podía tener el deporte como
eje y motor de cambio.
A pesar de la cara de incredulidad y
enfado del funcionario que la recibió, no se desanimó y le dijo algo que
repetiría más veces a lo largo de su vida: “El deporte ayuda mucho a tener una
actitud feliz y generosa ante la vida. Pero no es solo esto lo que te mantiene
en forma, sino el interés que tengas por esa misma vida que es maravillosa.”
MIREIA BELMONTE GARCÍA
“Para alcanzar lo que
nunca has tenido tendrás que hacer lo que nunca has hecho”
Empezó a nadar a los cuatro años porque
el médico les dijo a sus padres que era lo mejor que podía hacer si quería
mejorar sus problemas de espalda. De pequeña no era de las mejores, y aunque
parezca raro, es alérgica al cloro y tiene problemas respiratorios debido a su
asma. Pero, poco a poco, empezó a destacar y lo que tuvo que hacer por obligación
acabó gustándole tanto que ahí sigue, nadando y ganando competición tras
competición. Convertirse en una de las mejores deportistas del mundo no ha sido
fácil, hay que ser muy disciplinada, creer en lo que haces, conocer tus puntos
débiles para mejorarlos y trabajar mucho tus puntos fuertes. Y eso es
precisamente lo que hace Mireia. Sabe que en su deporte es necesario tener
mucha paciencia y confiar en el trabajo a largo plazo. No descansa hasta que
consigue mejorar en cada uno de los estilos en los que compite. Hasta ahora ha
ganado más de cuarenta y cuatro medallas entre los tres Juegos Olímpicos, seis
campeonatos mundiales y ocho
campeonatos europeos en los que ha
participado.
Entrena nueve horas al día siete días a
la semana, pero no se pasa todo el tiempo en la piscina. Para conseguir estar
en forma también hace CrossFit, carreras de montaña o bicicleta, además de
boxeo. Cuida mucho su alimentación, aunque de vez en cuando se da algún
capricho y se come un trozo de chocolate. El dulce y la moda son dos de sus
grandes pasiones junto a la natación.
Mireia ha reconocido en varias ocasiones
lo duro que es su deporte, lo sola que se ha encontrado
muchas veces y lo mal que lo ha pasado
con las lesiones y los mareos que ha tenido últimamente. Pero el esfuerzo, el
creer en sí misma y sus ganas de ganar siempre le han llevado hasta donde está.
Nunca se conforma con lo que tiene, y ya
se está preparando para los próximos Juegos Olímpicos, donde sueña con volver a
subir a lo más alto del pódium y con ser la abanderada del equipo español. No
sabe hasta cuándo podrá seguir nadando al más alto nivel, pero no se ve
haciendo otra cosa, no puede imaginar nada que le divierta y le guste más que
meterse en el agua.
MAIALEN CHOURRAUT YURRAMENDI
“Hicimos una apuesta por la maternidad y
la hemos ganado”
Con tan solo doce años se subió a su
primera piragua en la playa de La Concha de San
Sebastián. En cuanto se metió en el agua se dio cuenta de que eso era lo
que más feliz le hacía y decidió que mientras pudiera no se bajaría de su
piragua. Lo que no sabía era lo lejos que le llevaría. Tan solo cinco años
después, ya estaba compitiendo en el Campeonato del Mundo junior en Bratislava.
En 2001 entró a formar parte del equipo absoluto y desde entonces compite con
el equipo nacional.
Es una de las piragüistas españolas con más
premios internacionales. Son muchas las medallas y los reconocimientos que ha
conseguido.
Pero, por desgracia, también son
bastantes las lesiones que ha sufrido a lo largo de su carrera. El piragüismo es
un deporte muy exigente, y Maialen lo sabe muy bien. Le han tenido que operar
de los dos hombros por repetidas lesiones.
Además, ha sufrido vértigos, alguna
costilla rota, manos agrietadas por el frío del agua y las largas horas de
entrenamiento, pero ella no se rinde; como le gusta decir, es demasiado peleona
para dejar de luchar. Reconoce que “cuando las cosas me salen muy mal, cuando
tengo una mala temporada, me inspiro porque tengo muchas pistas para trabajar.
Hay que buscar el por qué y eso nos hace mejorar. Necesito sentir la
presión para sacar lo mejor mí”.
Gracias a tantas horas de trabajo y
esfuerzo, logró los dos mayores retos de su vida en tan solo tres años. Entre
2013 y 2016, Maialen consiguió ser madre y ganar unos Juegos Olímpicos, convirtiéndose
en la primera deportista española que se cuelga una medalla de oro en unas Olimpiadas
después de dar a luz.
Viaja con su hija Ane a todas partes. No quiere
perderse nada de la vida de su pequeña, pero tampoco está dispuesta a dejar su
profesión.
Defiende el derecho de las mujeres a
poder perseguir sus sueños profesionales sin renunciar a su vida privada, y
ella es un claro ejemplo de
que se puede. Aunque siempre que le
preguntan, asegura que ha elegido y ha decidido hacer lo que hace porque le
apasiona remar, por ello entrena duro, cuida su cuerpo, descansa y se alimenta bien.
Esto le ayuda a estar mejor, a competir mejor y, en definitiva, a vivir mejor.
Ahora, tras dos largos años de lesiones y
malos resultados, entrena duro para recuperar la forma en las aguas bravas de
la Seu d’Urgell, en los Pirineos catalanes, un lugar de ensueño en el que hace
años Maialen decidió quedarse a vivir. Ya se prepara para los próximos Juegos Olímpicos,
en los que aspira a subir de nuevo a lo más alto del pódium. Porque Maialen, a
sus 36 años, tiene piragua para rato.
VERÓNICA BOQUETE GIADÁNS
“Pienso que cada uno debe hacer lo
posible porque las cosas mejoren”
Desde la ventana de su apartamento en Pekín,
Vero observa esa ciudad de aspecto caótico, ruidosa, en la
que nadie parece dormir, y su memoria la transporta a su Santiago natal. Allí todo
era ordenado, tranquilo...
De pronto ya no está en China, los recuerdos
le traen imágenes de sus paseos por aquellas calles que le susurraban historias
antiguas; la suavidad constante de la lluvia que daba esa luz y ese color tan
especial a su ciudad y era testigo de su alegría, de su entusiasmo y de sus
sueños. ¿El mayor de todos? Convertirse
en jugadora de fútbol, alentada por su padre y su hermano, quienes siempre
creyeron en ella y fueron su inspiración y su ejemplo.
Empezó disfrutando de aquel juego. Jugar al
fútbol era lo que más le gustaba; ni se le pasaba por la cabeza que hubiera
selecciones, que se jugasen competiciones nacionales e internacionales. Más
tarde se enteró de que había otras mujeres que se dedicaban profesionalmente a ello.
Eso fue un descubrimiento increíble,
decidiendo entonces que ella también lo sería y que nada la iba a detener, pero
que, aunque hiciera de ello su profesión, tampoco dejaría de disfrutar como lo
hacía siempre.
El fútbol femenino aún era un gran
desconocido y a veces incluso olvidado o no valorado lo suficiente, pero eso
también era un aliciente... ¡Había tanto por hacer! Y ella estaba dispuesta a poner
en ello todas sus fuerzas y energías, que eran muchas.
Para ello, a los dieciocho años tuvo que dejar
atrás su ciudad, y sus maletas, cargadas de sueños, empezaron a viajar en un
movimiento
constante que la llevó primero a Zaragoza
y Barcelona y luego mucho más lejos, y en todos esos lugares fue cosechando
copas y Eurocopas.
Toda su vida es una sucesión de
aeropuertos, lugares, culturas... pero sobre todo puertas. Puertas que se abren
y otras que se cierran. Y con cada una de ellas disfruta, sufre, pero por encima
de todo, aprende.
En su profesión, esa que tanto ama y que es
la cristalización del sueño de aquella niña compostelana, libra continuamente
batallas no solo deportivas sino también sociales. Vero es mucho más que una
futbolista, es una mujer comprometida. Cuando juega con sus compañeras siempre
grita: “Más, tenemos que dar mucho más” y ese esfuerzo preside su vida y sus
actos.
Sus ojos y sus pensamientos vuelven de
nuevo al bullicio que cada día ve desde su ventana en Pekín. Recuerda que en
los primeros momentos el choque cultural la mantuvo en shock. No sabe por cuánto
tiempo se quedará en este país en el que cada día es testigo de viajes continuos
en el tiempo: en unas cosas están treinta años por delante y, en otras, por
detrás.
A Vero le hubiera gustado estar toda su carrera
en un mismo club, pero es consciente de que, de haber sido así, hoy no sería la
jugadora y la persona que es ahora. En este ir y venir de ciudades, países y
culturas ha aprendido diferentes formas de trabajar, varios estilos de juego y,
en definitiva, distintas maneras de vivir y sentir. Sus sueños la siguen
acompañando y espera que en un futuro no muy lejano pueda ser entrenadora y tener
la oportunidad de compartir con otras chicas lo mucho que ha aprendido.
ANA CARRASCO GABARRÓN
“Con constancia, esfuerzo, ilusión y
ganas se puede conseguir cualquier cosa”
El padre de Ana era mecánico en el mundo del
motociclismo y le encantaban las motos, por lo que siempre quiso transmitir a
sus hijos su
pasión, aunque la única que ha continuado
con la tradición ha sido Ana. Cuando solo tenía tres años le regalaron su
primera mini moto y, desde entonces, ha seguido viviendo su vida sobre dos ruedas
y a toda velocidad. Y es que por donde pasa, solo va alcanzando metas,
cumpliendo sueños y haciendo historia.
En 2001, con cuatro años, ya ganó su
primer campeonato encima de su mini moto. En 2009 comenzó a ampliar horizontes
y fue campeona
de España, Extremadura y Murcia, tres campeonatos
en una misma temporada. En 2013 se convirtió en la primera mujer de la historia
que puntuaba en una prueba del Campeonato del Mundo de Moto3. En 2017 fue la
primera mujer de la historia en ganar una carrera mundial de velocidad mixta
(de hombres y mujeres) y en 2018, se convirtió en la primera mujer de la
historia en ganar un Mundial de velocidad, también
mixto.
Claro que, si no sabes mucho sobre el mundo
del motociclismo, puede resultarte difícil comprender la importancia de todos
estos logros, pero hablamos de carreras en categoría absoluta, en las que
hombres y mujeres compiten en igualdad, solo que hasta ahora apenas había
presencia femenina en estas competiciones; de hecho, Ana ganó este campeonato siendo
la única mujer entre el resto de competidores hombres. Y esto es debido
principalmente a que, tradicionalmente, todo lo relacionado con la velocidad,
lo intrépido, la mecánica... se ha asociado al hombre y era considerado poco “femenino”
entrar en este mundo. Sin embargo, gracias a mujeres como Ana, hemos ido
avanzando y demostrando que las mujeres no solo podemos competir en igualdad,
sino además salir victoriosas. Abriendo así camino, cada vez es más frecuente
encontrar mujeres en el mundo del motociclismo, y no solo azafatas en la
parrilla de salida, sino también como mecánicas en los boxes.
Desde que comenzó a competir en
motociclismo, Ana se ha convertido en una auténtica guerrera que lucha en cada
carrera por dar lo mejor de sí y que siempre ha mostrado mucha seguridad en sus
posibilidades, ya que está convencida plenamente de que con constancia,
esfuerzo, ilusión y ganas se puede conseguir cualquier cosa. Ana siempre va a
por todas, y eso es algo que debemos aprender de ella, tener claras nuestras
metas y trabajar y luchar por alcanzarlas.
Cuando Ana ganó el Mundial de 2018, lanzó
el mensaje: “Ride Like a Girl”1, dándole un giro a una expresión que,
anteriormente pudiera ser usada de manera negativa. Ahora, conducir como una
chica ha pasado a ser algo positivo, que puede significar ganar carreras.
ISABEL FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ
“Cuando eres competidora, sabes que la
vida es así: si te tiran, tienes que
levantarte e intentarlo otra vez”
Sus padres se dedicaban a la ganadería y se
quedaron alucinados cuando su niña de siete años les pidió clases de judo.
Ellos ni sabían lo que era, les sonó a chino. Era poco habitual que una niña
eligiese las artes marciales, y mucho menos en Torrellano, un pueblecito de
Alicante. Pero Isabel, que estudiaba en el colegio público y que ya destacaba
jugando al balonmano, se puso el judogi y empezó a practicar judo con su profesor
de gimnasia.
Pronto destacó en este arte de someter y defenderse
gracias a la técnica del judo, en la que son básicas la ubicación espacial, la
lateralidad,
la coordinación de manos y pies, y
acciones como lanzar, tirar, empujar, arrastrarse, saltar, rodar, caer...
A medida que su cinturón se iba
oscureciendo, el “camino de la flexibilidad” y la disciplina mental fueron
ayudándola a ganar confianza en sí misma. Aprendía a competir sobre el tatami usando
las reglas de contacto; el objetivo era ganar usando las partes del cuerpo
permitidas.
Seguía madrugando para ayudar con las vacas
y después se iba a entrenar, y aprendió el valor del sacrificio y del trabajo.
Muy pronto, con quince años, empezó a demostrar su potencial y
logró su primer título de Campeona de
España Cadete. Después se van sucediendo las medallas,
hasta que se cuelga el bronce en los
Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996.
Ella, que adora París, consigue allí la
medalla de oro en el Campeonato del Mundo de 1997. Y en el año 2000 llegó a la
cima de su carrera logrando la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sídney,
en la categoría de los cincuenta y siete kilos.
En el Sydney Convention & Exhibition
Center el ambiente es frío, no hay gritos de ánimo, ella se concentra y solo
escucha a su entrenador... en el club
planificaron la táctica con tiempo. Lleva su camiseta de la suerte y el
cinturón con su nombre, bordado por un artesano japonés. Soportar la presión es
fundamental. Finaliza el combate, sabe que es campeona olímpica, aunque pasan
veinticinco segundos hasta que los jueces confirman la victoria. Brazos en
alto, con la mirada perdida y lágrimas en los ojos, Isabel celebra el momento
más importante de su vida, que enseguida comparte con el resto del
equipo.
Después de veintiún años compitiendo en los
tatamis de todo el mundo, conseguía por fin alcanzar su sueño: completaba la
triple corona. Era campeona de Europa, del mundo y olímpica. El judo dejó de
ser patrimonio de las asiáticas.
Tras los juegos inició un solidario
proyecto para mejorar, a través del judo, la integración social y la calidad de
vida de las personas con autismo. La idea surgió después de la visita de una mujer
que le pide una camiseta firmada para su hijo.
En 2004, en Atenas, se convirtió en la
primera mujer abanderada no miembro de la Casa Real de la delegación española
en unos Juegos Olímpicos. A los 37 años, en 2009, anunció que se retiraba de
las competiciones y, ese mismo año, dio a luz a su hija Sara.
Hoy, Isabel ocupa un lugar de oro en la historia
del deporte, con una calle a su nombre en Alicante, su ciudad
natal.
BLANCA FERNÁNDEZ OCHOA
“La nieve es mi mundo y mi pasión,
empezó siendo una diversión para
convertirse en mi obsesión y luego en mi
profesión; es algo que tengo en vena”.
-¿Cómo te llamas?
-“Blancanieves”
-¿Y ese nombre, de dónde viene?
-Porque la nieve es blanca y me pusieron
así.
Madrileña nacida en el año 1963, Blanca tiene
seis hermanos y una hermana, muchos de los cuales también han estado
relacionados con el esquí. Su hermano Paco, medallista de oro olímpico e
impulsor del esquí en España, siempre ha sido un referente para Blanca, fue él quien
le animó a esquiar desde muy pequeñita.
Empezó las clases de esquí con once años,
en un centro de alto rendimiento del Pirineo donde además estudiaba y estaba
interna. Allí fue entrenada hasta la más absoluta perfección junto a otros
chicos y chicas hasta llegar a ser una esquiadora del más alto nivel. Ella
recuerda que lo que menos le gustaba era el perderse su capítulo diario de “Pippi
Calzaslargas”, personaje que le fascinaba.
Te sorprendería saber que a Blanca no le gustaba
pasar frío ni hambre, que le molestaba estar largas horas en la pista sin poder
ir al baño y que nunca se imaginó que iba a convertirse en una auténtica reina
de las nieves. El desarraigo que le supuso tener que separarse de su familia, su
entorno y su gente, no fue un freno para comenzar a ganar campeonatos de
España.
Tanto ella como el resto de sus compañeros
y compañeras competían hasta el mes de abril, para luego poder descansar de
mayo a julio, y de nuevo empezar los entrenamientos interminables en la nieve.
Y así, año tras año, retornaba a la montaña.
Blanca formaba parte de una familia de montañeros
de los pies a la cabeza. Su hermano Paco, su principal pilar, le transmitió las
ganas de hacer deporte, de pasarlo bien y la pasión por el esquí. La relación
con él fue siempre muy intensa y cercana, lo que le hizo pasar por un duro trance
cuando él murió a los 56 años. Blanca se rapó toda la cabeza para apoyar a su
hermano en la lucha contra el cáncer. Siempre estuvieron muy unidos. Desde muy
pequeña le aseguró que ella también conseguiría una medalla como él.
Y así fue como, con tan solo dieciocho años,
Blanca consiguió la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1992,
convirtiéndose en la primera mujer española en ganar una medalla olímpica, y
siendo aún la única que ha obtenido una medalla olímpica en unos juegos de
invierno.
Pero Blanca posee dos medallas más
valiosas en su vida, sus hijos Olivia y David. Además, Olivia, juega en la
Selección española de rugby “Las Leonas”, siguiendo los pasos deportivos de su
madre.
Blanca, siempre luchadora incansable y de
fuertes convicciones, ha afrontado con fuerza cada reto deportivo que se le ha
presentado. Mujer de gran personalidad desde niña y con una sonrisa que lo inundaba
todo, de pequeña la llamaban “Furia”, por su gran personalidad y carácter.
GURUTZE FRADES LARRALDE
“Cuando consigues el objetivo, todo vale
la pena”
Esta deportista de Durango (Vizcaya) practicaba
el baloncesto desde muy pequeñita, pero a los veinticinco años dejó el balón en
búsqueda de nue vos retos: el triatlón.
¿Sabes en qué consiste exactamente? Pues
se trata, nada más y nada menos, que de una triple disciplina deportiva que
combina carrera a pie, natación y bicicleta.
Así pues, atraída por los triatlones en
todas sus modalidades, y empezando por una carrera popular, la triatleta se fue
marcando objetivos hasta subirse al cajón más alto. Y no lo dudó, ella sabía
que podía llegar lejos y que para ello tenía que en trenar muy duro.
En los inicios de su andadura, la primera
vez que se subió al pódium fue en 2008, en un duatlón (carrera a
pie–ciclismo–carrera a pie) y desde entonces se fue marcando metas cada vez un
poquito más duras.
Su siguiente logro fue ser la campeona de
España de triatlón a larga distancia en 2011, hasta llegar a poseer actualmente
el récord nacional
femenino en distancia Ironman (09:01h). Ella
misma confiesa: “Este deporte, para mí es todo. Es un deporte que no
entiende de sexos ni de edades, es la misma carrera para todos. Hay muchas
distancias diferentes que se adaptan a las características de cada persona.
Animo a la gente a probarlo, a hacer las cosas sin prisa y a marcarse objetivos
reales”.
Por otro lado, explica que el triatlón es
un deporte de esfuerzo continuo, que no entiende de horas y que sus comidas o
sueño se adaptan al entrenamiento. Tuvo que dejar de trabajar y buscarse
patrocinadores para poder realizar su sueño. Y así ha sido, con su tesón sin
límites, la duranguesa ha conseguido un numeroso palmarés, se ha hecho con la
primera posición tanto en campeonatos nacionales como internacionales, y ha
participado en el campeonato del mundo de Hawái, el punto de encuentro de los
mejores triatletas del mundo, su máximo sueño.
Como anécdota de su vida ante la que no perdió
la compostura te cuento que, en su tercer viaje al campeonato del mundo de
Hawái, le perdieron su bicicleta (por la que había pagado (dieciséis mil euros)
aunque al cabo de unos días consiguió recuperarla. ¡Menudo susto!
PATRICIA GARCÍA RODRÍGUEZ
“Con más rugby en esta sociedad,
tendríamos un mundo mejor”
Faltan diez minutos para empezar, la
gente espera frente a la mesa de debate... ahí está la ponente, con sus grandes
maletas, directa del aeropuerto procedente de Colorado tras quedar quinta con
la selección española en el Circuito Mundial de Rugby 7.
Y es que Patricia no es sólo una
deportista de élite, es además una persona con un gran compromiso social que
apoya a quienes sufren y que se enfrentan a situaciones muy difíciles. Patricia
piensa que cada vez que alguien en alguna parte del mundo coge un balón de
rugby está haciendo mucho más que practicar un deporte, está aprendiendo
valores como “la igualdad, el respeto, el sentimiento de equipo, el de sentirte
arropado o la importancia del diálogo”. Para ella, el deporte, y el rugby en
particular, “es una herramienta para llevar estos valores a la sociedad”, y por
eso gran parte de sus vacaciones las dedica
a su proyecto “Rugby Libre”, acercando el
rugby a los colegios, a las cárceles o a los barrios desfavorecidos en países
como Brasil, Marruecos o Chile.
Esta madrileña, que nació en 1989, ya practicaba
varios deportes desde muy pequeña, principalmente atletismo y fútbol. Fue su
amiga Irene la que le descubrió el rugby, practicando placajes en los
entrenamientos de fútbol para mostrarle en directo cómo era ese deporte. Esos placajes
llevaron a que se convirtieran en buenas compañeras y amigas.
No tardó mucho en entusiasmarse por este
deporte. Aunque no conocía sus normas, ni sabía cómo era el juego, rápidamente
se contagió de su espíritu. Un deporte en el que árbitros, compañeras y equipos
rivales promueven los valores fundamentales de la convivencia, del respeto y
del compañerismo. Un deporte en el que no existe la figura de la estrella y en
el que destacan aspectos como la superación y la humildad.
Con diecisiete años comenzó a jugar en el
equipo de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid y a los
diecinueve pasó a formar parte de la selección absoluta. Equipo formado por una
“manada” de compañeras que se conoce con el nombre de “Las Leonas”. A partir de
ahí, viajes, competiciones, amigas, experiencias, tiempo en soledad... todo
ello le ha hecho crecer y vivir. Como bien dice ella, “estas giras son mi
universidad. En la burbuja de las competiciones se vive muy bien, pero hay que salir.
El rugby me ha enseñado que cuando viajas a los campeonatos puedes elegir entre
quedarte
en el hotel, entrenar y dedicarte a ver
partidos, o puedes salir a conocer la realidad en la que estás y compartir con
las personas que te vas encontrando por el mundo”.
Patricia es una auténtica campeona en dos
modalidades, la del rugby y la de la vida, además de una gran amiga de sus
compañeras, de las que ha aprendido tanto y de las que se lleva lo mejor de su
trayectoria. Ellas, probablemente,
sean el mejor de los muchos premios que
esta leona madrileña ha conseguido a lo largo de su extensa y brillante carrera
deportiva. Una luchadora incansable que sueña con su próxima medalla, a la par
que sigue queriendo cambiar el mundo; cosas que en su caso no parecen para nada
incompatibles.
GEMA VICTORIA HASSEN-BEY GONZÁLEZ
“En la vida, más importante que el
resultado deportivo, es disfrutar del camino. Porque ciertamente
cuando he vencido he ganado mucho, pero
también cuando he perdido también he ganado
mucho. Así es la vida: a veces estás
arriba y otras abajo. Para llegar a la cima hay que salir del valle.
Lo que realmente importa, es el camino”
Gema nació en Madrid. A los cuatro años tuvo
un accidente de coche, yendo con sus padres y sus hermanas a Segovia, que la
dejó en silla de ruedas. Desde entonces, sus padres se volcaron en protegerla y
en que no le faltase nada. Pero Gema al ver que sus hermanas iban al colegio, y
ella no, sentía que le faltaba vivir sus propias aventuras. Una mañana, sin
decir nada a nadie, se armó de valor y salió por primera vez sola de casa en su
silla de ruedas para comprar el pan. Cuando volvió le dijo a su padre: “Mira, papá,
hazte a la idea de que, si hoy he salido a comprar el pan, mañana voy a
ganármelo”. Y a partir de aquí empezó la vida de la primera campeona de esgrima
paralímpica española. Ese día
decidió que a ella nadie le impediría
cumplir sus sueños, como al resto de las personas, y que iba
a vivir su vida plenamente,
independientemente de su c ondición física.
Tenía derecho a ser feliz y, esta fuerza
y espíritu de lucha, han sido dos de sus motores principales. Transformar el “Tú
no puedes” se convirtió en uno de sus fundamentos vitales, y cada vez que le
preguntaban: “¿Qué tal andas?”, ella contestaba:
“sobre ruedas”, y sacó un disco con esa
canción en 1991. Quiso cambiar el “pobrecita”, que le habían asignado casi por
defecto, por el “no hay discapacidades, sino, capacidades diferentes”.
Desde muy pequeña se dio cuenta que ser
mujer y tener discapacidad le proporcionaba una doble dificultad, como ella
siempre dice: “Soy la mujer de la diversidad y eso me enriquece”.
Y siguió creciendo y rompiendo barreras. Se
licenció en Ciencias de la Información y se ha convertido en una auténtica
periodista, deportista y artista (música, cantante, compositora, bailarina,
actriz y presentadora de televisión) ideando proyectos como el primer resumen
paralímpico de la historia de España en Teledeporte durante los Juegos de
Londres 2012. Además, da conferencias y sesiones de coaching para ayudar a los
equipos femeninos a alcanzar sus metas deportivas. Es una incansable guerrera del
siglo XXI. En el período en el que estuvo en el Hospital de Parapléjicos de
Toledo se aficionó al deporte. Allí en 1991 probó la esgrima y, tan solo un año
después, defendía a España en los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde ganó un bronce
que supuso la primera medalla española en la hist oria de la esgrima en unos
Juegos.
Una espadachina de élite en cinco Juegos Paralímpicos
consecutivos: Barcelona, Atlanta, Sydney, Atenas y Pekín. Ha conseguido doce títulos
olímpicos, ha quedado entre las ocho primeras en su modalidad durante varios
Juegos y ha subido a muchos pódiums siendo campeona de España, de Europa y en
los Mundiales. En el 2008 Gema comprendió que el deporte le había ayudado no
solo a ganar sino también a vivir.
Creó la asociación “Bey proAction”
formando la primera escuela artístico deportiva inclusiva de España. Y dejó de
hacer deporte para ganar medallas para hacer deporte con el objetivo de ayudar
a los demás.
Su próxima hazaña es convertirse en la primera
mujer en silla de ruedas en llegar a la cima del Techo de África, el
Kilimanjaro, de seis mil metros de altura. Diseñando tecnología que permita el
acceso y la movilidad en montaña para personas como ella. Superación, esfuerzo,
liderazgo, trabajo en equipo y honestidad son los ingredientes de su éxito.
Porque para ella todo es posible y como dice su lema de vida “si te mueves tú,
el mundo se mueve contigo”. Y Gema quiere que todos y todas nos movamos con
ella en su reto.
Me encanta la historia me ha llegado al corazon💖💖. Besitos Diana
ResponderEliminarCada semana habrá una nueva. Un abrazo enorme Diana.
ResponderEliminarCada semana iremos subiendo dos, ánimo con todo.
ResponderEliminarAtrévete a luchar por lo que quieres, no será fácil, pero valdrá la pena. ;)